En el debut, el seleccionado argentino debió enfrentarse con Costa de Marfil, el equipo más modesto del grupo pero que contaba entre sus filas a Didier Drogba, elegido como el futbolista del año en África. Todos los jugadores se desplazaban en conjunto y al mismo tiempo en la dirección del balón, bajaban y subían, no solamente todos juntos, sino permaneciendo a la misma distancia unos de otros, sin perder más de un metro.