Nada más entrar en la tienda de Primark, situada en la plaza de Cataluña, en Barcelona, el bullicio de gente ensordece y revoluciona todos los pasillos, donde la ropa aparece desdoblada, pese a los intentos de los trabajadores de poner las prendas en orden y atractivas para los clientes. En las cuatro plantas de este establecimiento, más su sótano, se puede encontrar casi de todo: para mujer, para hombre, para niños y hasta para vestir el hogar.